Todos los que ya hemos pasado los cincuenta años de
edad, recordamos que en nuestra época de colegiales estudiábamos mañana y
tarde. Este horario también se extendía para los oficinistas, por una sencilla
razón, Lima todavía no había crecido tanto como ahora, aún existían barrios, era
fácil ir a almorzar y regresar a su colegio o centro de trabajo. Aún no habían aparecido
en escena esas “polladas rodantes” llamadas “combis” con sus cobradores que
parecen haber salido de una historieta de “Aniceto”
o de “Hermelinda Linda” La gente se
movilizaba, o bien en alguna línea de ómnibus, las cuales no eran numerosas o;
en su defecto, en el tranvía, hermoso medio de transporte y; los que ganaban
mejor, en sus automóviles propios.
Dicho lo anterior, sería interesante regresar a
aquellos años y que mejor “tirándose la pera” al colegio” recorriendo algunos
lugares de Lima que han cambiado mucho.
Imaginemos una mañana soleada de fines del mes de
noviembre de 1961, demasiado hermosa como para desperdiciarla metido en un aula
de clases - pensamiento propio de un
haragán - además, ya los profesores han terminado sus cursos, y se acercan
los exámenes finales - buen “barajo” flojonazo
para no ir al colegio y justificar la vagancia - Esto contribuye a que el ambiente sea más
relajado y entusiasta. (Uhmm!!) Los muchachos del tercero de media, comienzan
a reunirse en la puerta del colegio para el ingreso correspondiente. De
repente, como si hubiera sido por telepatía, las conversaciones del grupo empiezan
a silenciarse, quedó un silencio cómplice y se oye una voz “celestial” con una
propuesta que viene a bien a todos los relajados - ¿hay que tirarnos la pera? – .La
respuesta no se deja esperar - ¡Ya! Buena
voz!, pero vámonos de una vez – Yo no sé si el que ha hecho la propuesta
era un líder, o todos eran unos vagos, o ambas cosas. ¿Y a dónde vamos? - preguntó el “mono” Romero. Hubo varias
sugerencias, al final la decisión fue unánime. ¡a Barranco!.
Vamos tirando “plancha” hasta el
estadio nacional a tomar el tranvía- sugirió “muñeco de ventrílocuo”. Apodo que se ganó
por andar bien peinadito con Glostora, con corbata miche y grandes ojos que
parecían bolas lecherongas y boca chueca. Él era el peor de todos.
Caminaron por las calles de Jesús María, robándose a
su paso las botellas de leche que, en aquellos tiempos, los lecheros las
dejaban en la puerta de las casas al mejor estilo norteamericano sin que nadie
las tocara. En verdad, estos jóvenes escolares sesenteros, no eran pobres, ni tenían
ganas de tomar leche, solo querían “pasarla bien” Atravesaron el campo de Marte,
rumbo al Paseo de la República a tomar el tranvía.
El tranvía en aquella época, partía de la Plaza San
Martín y pasaba por todo el Paseo de la República cruzando los distritos de La
Victoria, San Isidro, Surquillo, Miraflores, Barranco y Chorrillos, terminando
su ruta a la entrada del túnel de la playa La Herradura.
– ¡oe suban
pues! Risas, bromas. Los “vaqueros” subieron en “mancha” al tranvía. Ya se
percibía el olor a electricidad característico de su interior. El maquinista
que lo conducía, lo hacía de pie. Por lo general era un señor medio calvo, con
gorro tipo kepi. Llevaba puesto un pantalón color kaki con el fundillo que sólo
faltaba veinte centímetros y llegaba al suelo Los asiento interiores del
tranvía o eléctrico, como también se les conocía, estaban tapizados con una
especie de cuero entretejido color naranja y del techo, color verde oscuro, colgaban
manizuelas para que se agarren los que viajaban de pie.
Durante su recorrido por el Paseo de la República - lo que hoy en día es la Vía Expresa - pasaba por el distrito de San Isidro y, ni
bien entraba a dicho distrito, se podía ver el Autocine y el parque de
diversiones llamado "Chicolandia" era un centro de esparcimiento que
quedaba al costado del autocine Drive-In, -en lo que hoy es el Banco
Continental, esto es, en la avenida República de Panamá. Terminado este tramo,
rodeado por las chacras y, a través de las plantaciones que sobre ellas
existían, se podía divisar un poco a lo lejos las imponentes colas y hélices de
los aviones comerciales estacionados en el Aeropuerto Internacional de
Limatambo. Actualmente Distrito de San Borja en la zona Corpac, así llamada por
la compañía de operaciones y propietaria de este aeropuerto, Corporación
Peruana de Aeropuertos y Aviación Comercial. Fue el principal aeropuerto del
Perú, pues concentró la gran mayoría de vuelos internacionales y nacionales del
país Posteriormente, el aeropuerto de Lima se mudó a su sede actual en el
Callao, conocido como el Aeropuerto Internacional Jorge Chávez. Actualmente el
edificio principal del Aeropuerto de Limatambo, funciona como sede principal
del Ministerio del Interior. A la fecha, aún se puede divisar la torre de
control como fiel testigo de aquella época pasada.
Ya los muchachos pasaron Surquillo, Miraflores y se van acercando
a Barranco. A través de las ventanas del tranvía se divisa no tan lejos, el mar
azul. El viento trae el sonido de las cornetas de los heladeros, creando un
ambiente veranero “El Chato” Morales dice –
¿vamos
al zoológico? – ya, responden
LLEGANDO A BARRANCO
El parque Zoológico de Barranco, funcionó en dicho
distrito hasta el año 1964, fecha en la cual se trasladó al Parque de las
Leyendas.
MUY CERCA DEL ZOOLOGICO
Ya en el interior de zoológico comenzó la chacota “Muñeco
de Ventrílocuo" se acerca a la jaula de los monos y le alcanza su lapicero tinta
líquida. El chimpancé queda mirando el
bolígrafo y lo empieza a maniobrar, la tinta sale disparada derechito a su cara. El mono, desesperado y con los ojos y
la cara toda manchada de tinta líquida, empieza a saltar por la jaula dando de
chillidos. El guardián, observa la escena y sale corriendo a echar del
zoológico a los pereros Demasiado tarde,
ya habían escapado. No sin antes haber causado otros incidentes y molestias en
el zoológico.
EN EL ZOOLÓGICO
Se hace ya tarde, tienen que volver para las clases de
la tarde. Al pasar por una calle de
Barranco, en la azotea de una lujosa vivienda que daba para el malecón, empieza
a ladrar un perro. “Muñeco de Ventrìlocuo"” coge del suelo medio ladrillo y por lanzárselo al
perro, cae en la ventana de vidrio que cubría media pared y la hace trizas, los
dueños de la vivienda salen a ver lo sucedido y a correter a los culpables, pero
la horda de vagos emprendió carrera, tomando a la volada el tranvía de regreso, y desapareciendo de la escena regresando a sus
casas.
En la tarde, todos en el aula como si no hubiera
pasado nada. El maestro tomando lista. ¿Romero? ¡presente! ¿Carbajal?
¡presente! ……………¿Zapata? ¡presente!.
Después de todo, eran chicos "decentes" sólo un poco
palomillas.
Excelente "pera". Cómo me hubiera gustado tener agallas para tirarme la pera en el colegio y conservar recuerdos similares. Claro, no serían taaaannn antiguos jejeje. Felicitaciones, Alfonsito. No por la pera, sino por la historia.
ResponderEliminarOlvidé poner mi nombre al comentario anterior: Mariza
ResponderEliminarYo era muy maricon para tirarme la pera, aparte que no veia sin lentes y ni hablar de vagar con anteojos "culo de botella", cuando salia de vacaciones me iba a la herradura, pasando por el tunel por supuesto.Al zoologico de barranco fui con mi hermana mayor y Gerardo mi hermano menor, él se tomo una foto sentado en un caballito de madera, recuerdo el olor de pichi de los animales, por la mañana todos los animales duermen, decian que en la noche era todo un espectaculo el ruido que hacian los animales. Nunca mas volvi a zoologico alguno computaba que los animales encerrados purgaban cadena perpetua y era cierto. Gracias compadre por este bonito recuerdo saludos a Pamelita..somos mercury
ResponderEliminarQue interesante el blog...y bonitas epocas..me hubiese gustado mucho vivir en ese tiempo..definitivamente todo era mejor que ahora.. la del mono con la tinta en la cara me dio mucha risa.
ResponderEliminarNo dejes de escribir querido padre que tienes muchos anécdotas que contar y compartir!