martes, 9 de octubre de 2012

"TIRÁNDOSE LA PERA" EN LOS AÑOS SESENTAS

 
Todos los que ya hemos pasado los cincuenta años de edad, recordamos que en nuestra época de colegiales estudiábamos mañana y tarde. Este horario también se extendía para los oficinistas, por una sencilla razón, Lima todavía no había crecido tanto como ahora, aún existían barrios, era fácil ir a almorzar y regresar a su colegio o centro de trabajo. Aún no habían aparecido en escena esas “polladas rodantes” llamadas “combis” con sus cobradores que parecen haber salido de una historieta de “Aniceto” o de “Hermelinda Linda” La gente se movilizaba, o bien en alguna línea de ómnibus, las cuales no eran numerosas o; en su defecto, en el tranvía, hermoso medio de transporte y; los que ganaban mejor, en sus automóviles propios.
Dicho lo anterior, sería interesante regresar a aquellos años y que mejor  “tirándose la pera” al colegio” recorriendo algunos lugares de Lima que han cambiado mucho.
Imaginemos una mañana soleada de fines del mes de noviembre de 1961, demasiado hermosa como para desperdiciarla metido en un aula de clases - pensamiento propio de un haragán - además, ya los profesores han terminado sus cursos, y se acercan los exámenes finales - buen “barajo” flojonazo para no ir al colegio y justificar la vagancia -  Esto contribuye a que el ambiente sea más relajado y entusiasta. (Uhmm!!) Los muchachos del tercero de media, comienzan a reunirse en la puerta del colegio para el ingreso correspondiente. De repente, como si hubiera sido por telepatía, las conversaciones del grupo empiezan a silenciarse, quedó un silencio cómplice y se oye una voz “celestial” con una propuesta que viene a bien a todos los relajados - ¿hay que tirarnos la pera? –  .La respuesta no se deja esperar - ¡Ya! Buena voz!, pero vámonos de una vez – Yo no sé si el que ha hecho la propuesta era un líder, o todos eran unos vagos, o ambas cosas. ¿Y a dónde vamos? -  preguntó el “mono” Romero. Hubo varias sugerencias, al final la decisión fue unánime. ¡a Barranco!.




 
Vamos tirando “plancha” hasta el estadio nacional a tomar el tranvía- sugirió “muñeco de ventrílocuo”. Apodo que se ganó por andar bien peinadito con Glostora, con corbata miche y grandes ojos que parecían bolas lecherongas y boca chueca. Él era el peor de todos.
Caminaron por las calles de Jesús María, robándose a su paso las botellas de leche que, en aquellos tiempos, los lecheros las dejaban en la puerta de las casas al mejor estilo norteamericano sin que nadie las tocara. En verdad, estos jóvenes escolares sesenteros, no eran pobres, ni tenían ganas de tomar leche, solo querían “pasarla bien” Atravesaron el campo de Marte, rumbo al Paseo de la República a tomar el tranvía.
El tranvía en aquella época, partía de la Plaza San Martín y pasaba por todo el Paseo de la República cruzando los distritos de La Victoria, San Isidro, Surquillo, Miraflores, Barranco y Chorrillos, terminando su ruta a la entrada del túnel de la playa La Herradura.
¡oe suban pues! Risas, bromas. Los “vaqueros” subieron en “mancha” al tranvía. Ya se percibía el olor a electricidad característico de su interior. El maquinista que lo conducía, lo hacía de pie. Por lo general era un señor medio calvo, con gorro tipo kepi. Llevaba puesto un pantalón color kaki con el fundillo que sólo faltaba veinte centímetros y llegaba al suelo Los asiento interiores del tranvía o eléctrico, como también se les conocía, estaban tapizados con una especie de cuero entretejido color naranja y del techo, color verde oscuro, colgaban manizuelas para que se agarren los que viajaban de pie.
 
 
Durante su recorrido por el Paseo de la República -  lo que hoy en día es la Vía Expresa -  pasaba por el distrito de San Isidro y, ni bien entraba a dicho distrito, se podía ver el Autocine y el parque de diversiones llamado "Chicolandia" era un centro de esparcimiento que quedaba al costado del autocine Drive-In, -en lo que hoy es el Banco Continental, esto es, en la avenida República de Panamá. Terminado este tramo, rodeado por las chacras y, a través de las plantaciones que sobre ellas existían, se podía divisar un poco a lo lejos las imponentes colas y hélices de los aviones comerciales estacionados en el Aeropuerto Internacional de Limatambo. Actualmente Distrito de San Borja en la zona Corpac, así llamada por la compañía de operaciones y propietaria de este aeropuerto, Corporación Peruana de Aeropuertos y Aviación Comercial. Fue el principal aeropuerto del Perú, pues concentró la gran mayoría de vuelos internacionales y nacionales del país Posteriormente, el aeropuerto de Lima se mudó a su sede actual en el Callao, conocido como el Aeropuerto Internacional Jorge Chávez. Actualmente el edificio principal del Aeropuerto de Limatambo, funciona como sede principal del Ministerio del Interior. A la fecha, aún se puede divisar la torre de control como fiel testigo de aquella época pasada.
 
 
 
 


AEROPUERTO INTERNACIONAL LIMATAMBO
Ya los muchachos pasaron Surquillo, Miraflores y se van acercando a Barranco. A través de las ventanas del tranvía se divisa no tan lejos, el mar azul. El viento trae el sonido de las cornetas de los heladeros, creando un ambiente veranero “El Chato” Morales dice –
¿vamos al zoológico? – ya, responden
 
  
LLEGANDO A BARRANCO
El parque Zoológico de Barranco, funcionó en dicho distrito hasta el año 1964, fecha en la cual se trasladó al Parque de las Leyendas.
 
 
 
 
 
 
 

MUY CERCA DEL ZOOLOGICO
Ya en el interior de zoológico comenzó la chacota “Muñeco de Ventrílocuo" se acerca a la jaula de los monos y le alcanza su lapicero tinta líquida. El chimpancé queda mirando el bolígrafo y lo empieza a maniobrar, la tinta sale disparada derechito a su cara. El mono, desesperado y con los ojos y la cara toda manchada de tinta líquida, empieza a saltar por la jaula dando de chillidos. El guardián, observa la escena y sale corriendo a echar del zoológico a los pereros  Demasiado tarde, ya habían escapado. No sin antes haber causado otros incidentes y molestias en el zoológico.
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 EN EL ZOOLÓGICO
Se hace ya tarde, tienen que volver para las clases de la tarde.  Al pasar por una calle de Barranco, en la azotea de una lujosa vivienda que daba para el malecón, empieza a ladrar un perro. “Muñeco de Ventrìlocuo"” coge del suelo medio ladrillo y por lanzárselo al perro, cae en la ventana de vidrio que cubría media pared y la hace trizas, los dueños de la vivienda salen a ver lo sucedido y a correter a los culpables, pero la horda de vagos emprendió carrera, tomando a la volada el tranvía de regreso,  y desapareciendo de la escena regresando a sus casas.
En la tarde, todos en el aula como si no hubiera pasado nada. El maestro tomando lista. ¿Romero? ¡presente! ¿Carbajal? ¡presente! ……………¿Zapata? ¡presente!.
Después de todo, eran chicos "decentes" sólo un poco palomillas.