sábado, 1 de septiembre de 2012

Recuerdo del barrio de Chacra Colorada


Como extraño aquellos personajes que existían en el barrio cuando era niño; personajes que con el tiempo se han ido extinguiendo y que eran el alma del mismo y; que sin ellos, el barrio no hubiera tenido alma, no hubiera sido.
Mi casa quedaba frente a un parque, el pobre parque tenía una docena de árboles y la misma cantidad de bancas de cemento. En la tierra en la que estaban plantados, no existía ni una sola hoja de pasto y mucho menos flores, porque cada vez que les ponían, los “palomillas”lo destrozaban para poder jugar a las bolas,  al trompo, etc. – dependiendo la época del año.
Volviendo a los personaje, pasaré a describir solamente a los más notables porque si no sería muy extenso.
En la esquina de mi casa quedaba en bar de la señora Dora. Ella había nacido para aquel negocio y punto. Tenía una cantina con aserrín en el suelo y una rockola en donde los borrachos ponían a todo volumen los discos de ese entonces; tales como, la Sonora Matancera, Nat King Cole, Paul Anka, etc. Dicho bar, atendía hasta altas horas de la madrugada, era punto de reunión de todos los “bravos” de esa época y, de vez en cuando, se armaban unas “mechaderas” terribles. Ahora me pregunto, ¿cómo los vecinos de las casa colindantes podían soportar ese escándalo hasta esas horas y todos los días? ¿Cómo podían dormir tranquilos y no se quejaban?
Todas las tardes, la señora Dora, sacaba a la puerta una carretilla con “pancitas”, “anticuchos”, “choncholíes”  y todas esas cosas, preparadas muy ricas, mejor que en el  Long Horn. Aquel negocio era conocido como “La Fonda de la Dora”….y punto.
Al extremo sur del parque estaba la “pulpería del chino”, una tienda antigua que, en la noche era iluminada por un mortecino foco, pero tenía de todo, helados, chocolates, peines, agujas para primus, repuestos para lapiceros, chancaquitas de a real y los infaltables chancaies, los vendía enteros y también salía la mitad y; por supuesto, no faltaba un gato en el mostrador. En año nuevo, el chino no escatimaba en reventar cajas de cohetones en el parque con un ruido ensordecedor, tanto que los borrachines que estaban durmiendo la “mona” en las bancas de cemento, los hacía saltar hasta el suelo
A la tienda simplemente se le llamaba “El Chino de la Esquina”. …..Ahora hay E. Wong
En la acera del frente, la cuadra empezaba con el Cafetín del japonés Tanaka, típico cafetín japonés, vendía pan con chicharrón bien rico, entre otras cosas. Una noche,  empezó a incendiarse el cafetín y comenzaron los gritos de los japoneses, parecía que les había caído otra bomba atómica. La causa del siniestro, se le volteó el primus y empezó un incendio de los “mil diablos”; al dueño del negocio colindante –una imprenta –, le dio un ataque de nervios al ver que su negocio podría ser consumido por el fuego; entonces, se le abalanzó encima al japonés y se armó una “broncaza” a punta de patadas y puñetes. Ambos se revolcaban en la pista en medio del incendio, los palomillas “metían más candela” que la del incendio para que siga la bronca, pero la misma se detuvo cuando llegaron las cinco compañías de bomberos a apagar el fuego y un “tombo metiche” los separó.
Hoy en día, ya no se ven fácilmente esos personajes, los personajes son los “marcas” los “raqueteros”. Cualquiera, empujado por la necesidad,  pone un pequeño negocio que ni lo sabe llevar, una bodega en la ventana, un restaurante sin saber cocinar etc, etc. Los personajes han desaparecido, la sociedad está desordenada…hay que poner orden por favor.!!!!

2 comentarios:

  1. Hola tío, te felicito por tu Blog, en realidad veo que le pones mucho entusiasmo y cariño a tus relatos. Espero que no dejes de hacerlo, no solo porque son divertidos y una buena fuente de datos históricos, sino también por que recojes y guardas mucho de la historia de nuestra familia.

    Lucho Moreno.

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  2. Hola Compadre, excelentes comentarios y narraciones de lo más exquisitas, sobretodo con lujo de detalles, que nos hace soñar a todos lo que no conocimos y los que sí aquellos lugares y tiempos de la Lima que se fue. Ojalá haya más personas amantes de la literatura que tengan un bagaje cultural y principalmente que posean una memoria fresca para que nos haga delirar con sus cuentos y anécdotas personales.

    Un fuerte abrazo y muchos éxitos.

    Roger Grande Martínez

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